
EL HAMBRE Niño de mi corazón, risueño como la luna, triste desesperación que padeces por tu hambruna. Quisiera en tu habitación, mecerte junto a la cuna y soñar sin el dolor de tu pobreza nocturna. Se vuelve eterna la noche cuando un fuerte rayo suena, que se oye como un reproche, gritando el hambre y la pena. Un niño que nunca tiene consuelo para su vientre, con un agonizante hambre que es testigo de su muerte. Escucha niño mi verso que pretendo enamorarte, porque yo también soy pobre y no puedo alimentarte. Pablo Mellado Saura